Translate

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Adrianita

Adrianita

Adrianita tiene unos diez años, es pobre, (aunque todavía no lo tenga muy claro), va a una escuela pública y tiene una mente y una inteligencia que la hace sobresalir del resto de sus compañeros. A la seño Norma no se le escapa ese detalle, es cada vez más conciente del potencial enorme que tiene Adrianita, por eso quiere hablar con sus padres para conseguirles una posible beca escolar que les mejore la situación.
La seño Norma no la tiene fácil, el padre de Adrianita es un comunista veterano que descree de las instituciones burguesas y, para él, la escuela es una de ellas. Así que habla que te habla con Adrianita la seño Norma, intenta convencer al padre de hacerle una visita a su casa para charlar sobre el tema.
Adrianita admira profundamente a la señorita Norma, pero no por ser la maestra, no por su inteligencia sino por otras cosas. Adrianita adora el porte de la señorita Norma frente a la clase. La ve llegar al aula con esos tacos finísimos, portando esas hermosas carteras y algo dentro de Adrianita se incendia. Se ve ella misma así de grande, llevando esos tacos, esas carteras, bien maquillada, igual que la señorita Norma.
Llega el día que, tanto habla que te habla, Adrianita convence a su padre de que la señorita Norma venga a la casa para mantener una charla con él sobre el futuro escolar de Adrianita, una posible beca y cosas por el estilo.
El día llega, Adrianita se la ha pasado limpiando, barriendo y barriendo más y más el piso de cemento de la casa hasta casi sacarle lustre (a falta de mosaicos), ha dejado la casa impecable, al igual que la ropa de su papá. Lo mismo con su pollerita y su treintiúnica camisita blanca, refregada, blanqueada), enjabonada en la pileta con pan blanco y vuelta a blanquear al sol…, y vuelta a lavar.
El corazón de Adrianita palpita incontenible en su pecho esperando a la señorita Norma, convenciendo por última vez al padre de que todo es para bien, haciéndole recomendaciones, hablándole maravillas de la señorita Norma mientras el papá la mira en silencio, risueño y cariñoso.
La ansiedad lleva a Adrianita a esperar a la señorita Norma afuera, en la puerta del frente, nerviosa, aguarda la llegada de su ídola de la infancia, hasta que, la ve doblar la esquina y venir hacia su casa, la silueta de la señorita Norma recortada con el sol mañanero a sus espaldas. La señorita Norma es el SOL para Adrianita.
Pero al acercarse más, algo da un vuelco en el más profundo interior de la nena. Piensa que debe haber un error, la seño Norma viene sin tacos, sin esos hermosos tacos que suele llevar tan bien. Lleva puestas unas chatitas, alpargatas, zapatillas o algo así y, en vez de una de esas finísimas carteras que tanto le gustan ver a Adrianita, colgando de su hombro, la seño Norma trae un bolso común y corriente de los mandados.
Al acercarse más, la seño Norma saluda sonriente con su mano pero, lo que Adrianita ve es, que viene sin rastro de maquillaje.
Algo se quiebra en su interior, algo le oprime el pecho, algo estalla dentro y piensa, “se disfrazó de pobre”, la seño Norma ¡se disfrazó de pobre!
La reunión con el padre es cordial, rutinaria, llena de cumplidos, pero, Adrianita ha trocado su risa radiante de hace un rato en una mueca triste que simula una sonrisa…, se disfrazó de pobre, sigue repitiéndose para sus adentros.
Algo se ha roto para siempre dentro de Adrianita y, algo se le ha hecho profundamente real, la consciencia de su propia pobreza. La seño Norma ha caído a sus ojos y, sin proponérselo, ha arrastrado consigo a Adrianita en esa caída, Adrianita, que nunca volverá a ver el mundo de la misma manera
Mientras sigue retumbando en sus entrañas: se disfrazó de pobre, ¿Por qué hizo eso?, ¿ por qué la seño se disfrazó de pobre? A Adrianita algo le oprime el corazón…, y seguirá haciéndolo durante muchos años.








No hay comentarios:

Publicar un comentario